Un estudio sincero y sencillo sobre el Carisma o Don del Espíritu Santo de “Hablar en Lenguas”
NOTA: Hemos usado en este estudio el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva (Ed. CLIE, 1984, Terrassa, España), el “Diccionario Manual Griego-Español José M. Pabón, VOX, Barcelona 1967” y la Traducción Reina-Valera revisión de 1960 de Sociedades Bíblicas Unidas.
Las lenguas que se mencionan en Marcos 16:
“Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16: 14-18)
La expresión “Nuevas Lenguas” en Griego original es: glwvssai" lalhvsousin kainai`" “Glosais lalesousin kainais” lit. transcrito: “En lenguas hablarán nuevas”. Veremos ahora el significado de cada una de estas expresiones en griego Neotestamentario:
I. EN LENGUAS: glwvssai" del griego glwvssa fonéticamente “glosa” que literalmente quiere decir:
Lengua, boca.
Habla, don de la palabra.
Expresión, manifestación, palabras.
Habla, lengua, lenguaje, idioma.
II. HABLARÁN: Lalhvsousin de lalew fonéticamente “laleo” que literalmente quiere decir en griego:
Hablar.
Decir, contar, referir.
Balbucir.
Charlar, parlotear.
III. NUEVAS: kainai`" de kaino`" fonéticamente algo así como “kainos” que literalmente quiere decir en griego:
Nuevo, reciente.
Inaudito, desusado.
Inesperado.
Extraordinario.
Extraño.
Conclusión: Jesucristo nos dice que una de las “señales (que) seguirán a los que creen” (Nótese que no dice que los creyentes deban seguir a las señales), es que “hablarán nuevas lenguas”.
Dados los significados posibles de esta tres expresiones en Griego, podríamos construir dos frases de significado tan diferente como: “Balbucirán o parlotearán palabras o expresiones extrañas o inauditas” que podría convenir a los Pentecostales más radicales; o “Hablarán nuevos idiomas o dialectos” (nuevos en el sentido de que antes no los conocían) que podría convenir a los que están totalmente en contra del “don de lenguas” que hoy se practica en muchas iglesias Pentecostales.
Para ver el sentido al que Jesús se refiere, vayamos a otros lugares donde se mencione este don, especialmente al día de Pentecostés, en Hechos 2:
Las lenguas en Hechos 2
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto. (Hechos 2: 1-13)
Analizaremos las frases que hacen referencia al “hablar en lenguas”:
I. (v.4) “y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” En griego: eJtevrai" glwvssai" kaqw;" to; pneu`ma ejdivdou ajpofqevggesqai aujtoi`".
“...comenzaron a hablar...” aquí la palabra “hablar” es la anteriormente citada “laleo”, por lo que podríamos leer “Comenzaron a hablar, a decir, a contar, a referir, a balbucir, a charlar, a parlotear”
“...en otras lenguas...” aquí introduce la expresión “Otras” delante de “lenguas” (el “Glosa” que vimos arriba). La expresión “Otras” es el griego eJtevrai", algo así como “Eterais” que significa literalmente: “Otro (En referencia a un opuesto o un contrario); Otro (Entre muchos); distinto, diferente”. El sentido que debemos leer sería “en diferentes o distintas lenguas (Idiomas)”. Mirando al contexto descartaremos los significados vistos arriba para “glosa” que hacen referencia a “lengua” como órgano físico o “boca”, e incluso a “Habla o don de la palabra”, para quedarnos así, recomponiendo la frase, en su sentido literalísimo, como: “...en diferentes o distintos idiomas...”.
“...según el Espíritu les daba que hablasen” la expresión “daba”, en griego ejdivdou es un tiempo pasado de divdwmi algo así como “didomi”, literalmente: “dar, ofrecer, conceder”. La expresión “que hablasen” es ajpofqevggesqai que se traduce como “que se expresasen”. Podríamos leer esta parte como “...según el Espíritu les concedía, daba u ofrecía que se expresasen”
En definitiva, parafraseando el griego esta frase quedaría, traducida literalmente, así:
“Comenzaron a hablar, a balbucir, a charlar, a parlotear en diferentes o distintos idiomas o dialectos según el Espíritu les concedía, daba u ofrecía que se expresasen”
Más adelante la Palabra de Dios nos refiere la actitud de los presentes judíos de diferentes naciones que escucharon hablar a los apóstoles y los demás en “lenguas”. El verso 6 dice:
“Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua”
Como vemos por este versículo, judíos que vivían fuera de Eretz Israel y gentiles prosélitos (convertidos al judaísmo) de diferentes procedencias y nacionalidades, entendían en sus idiomas y dialectos nacionales lo que los 120 hablaban. La palabra de Dios nos refiere las siguientes naciones o regiones de procedencia:
Partos
Medos
Elamitas
Habitantes de Mesopotamia
Habitantes de Judea
Habitantes en Capadocia
Habitantes en el Ponto
Habitantes en Asia
Habitantes en Frigia
Habitantes en Panfilia
Egipcios
Habitantes en regiones de África más allá de Cirene
Romanos residentes en Jerusalén, tanto judíos como prosélitos
Cretenses
Árabes
Nos dice el versículo 6 que cada uno de los diferentes habitantes de estas naciones o regiones, les oía hablar (“Laleo”) en su propia lengua, en griego esta expresión “lengua”, que por el contexto evidentísimamente se refiere a idiomas nacionales o dialectos de dichos idiomas (esto es: entendibles y usados en ese momento por personas en otras regiones del mundo), es dialevktw/ fonéticamente “dialecto” que en griego de la época significaba: “Idioma o dialecto” (también puede tener los sentidos de “Conversación, diálogo, coloquio, discurso; discusión, disputa y modo de hablar” pero que aquí no vienen a cuento). Queda claro que lo que el Espíritu Santo les “concedía, daba u ofrecía” que hablasen, eran lenguas o dialectos nacionales que las personas que allí estaban podían entender perfectamente en su significado. La Biblia NO nos dice que hablasen otra cosa diferente que idiomas o dialectos extranjeros con su significado entendible por las personas de dichas naciones o regiones. No hablaban palabras o repeticiones de sonidos sin sentido para los oyentes que allí estaban presentes. La Palabra de Dios nos refiere, por boca de estos oyentes lo que estaban hablando:
“...les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios” (v.11)
La expresión “lenguas” aquí no es “dialecto”, sino “glosa” por lo que aquí se usa en su sentido visto arriba de “Habla, lengua, lenguaje o idioma”, sinónimo al sentido de la expresión “dialecto” (Idioma o dialecto).
Lo que hablaban eran las “maravillas de Dios” en griego ta; megalei`a tou` qeou` que significa literalmente “la Grandeza de Dios”.
Vemos pues que lo que el Espíritu Santo hizo en Pentecostés fue conceder a los 120 que hablasen en idiomas para ellos desconocidos, pero no para los oyentes de diferentes naciones, “las grandes obras o la grandeza de Dios” y este hecho es lo que dejó atónitos a los inconversos que allí había y que entendieron dichas expresiones de alabanza a Dios. No se habló de otra persona o se fijó la atención en nada que no fuese alabar al Dios de Israel. Como el propio Jesús dijo, hablando de la obra del Espíritu Santo:
“El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14-15)
El Espíritu Santo solo fija la atención del oyente en glorificar a Dios y al Señor Jesucristo, no en “sensaciones”, “manifestaciones sobrenaturales”, “líderes ungidos” o cosas semejantes. Cualquier manifestación sobrenatural por extraordinaria que sea, que no glorifica únicamente a Jesucristo, y no focaliza la atención solamente en Él, NO ES DEL ESPÍRITU SANTO.
El resultado o fruto de todo lo referido fue la conversión y salvación de unas 3.000 personas.
Conclusiones obvias tras una lectura literal de Hechos 2:
I. El Espíritu Santo, en su Soberana y Divina voluntad “...concedía, daba u ofrecía que se expresasen...” a los creyentes en “...diferentes o distintos idiomas...”. No era la voluntad de ningún hombre la que obraba este prodigio.
II. Dichos “idiomas” o “lenguas” (la expresión es la misma en griego) eran diferentes idiomas o dialectos, en uso por diferentes naciones y etnias en la época de estos acontecimientos, y más en concreto por los oyentes inconversos que estaban en Jerusalén, que los podían entender perfectamente (de ahí que sean “señal” para los inconversos).
III. Al hablar en estos idiomas o lenguas extranjeros, el Espíritu Santo por medio de los creyentes, dio testimonio a los inconversos de “la Grandeza de Dios” y focalizó su atención en la gloria y alabanza de Dios.
IV. Como resultado de esto, pese a las burlas de algunos, alrededor de 3.000 personas aceptaron a Jesucristo como Mesías y Salvador.
Las lenguas en Hechos 10
“Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días” (Hechos 10:44-48)
Como vemos, con estos gentiles prosélitos del judaísmo (gentiles convertidos previamente al judaísmo), el Espíritu Santo actuó de la misma manera que con los 120 en Hechos 2. Sin que los judíos que les predicaban el Evangelio se lo esperasen, y sin que éstos les hubiesen dicho nada acerca del “don de lenguas”, o de “repetir sonidos o sílabas”, o de “empezar a hablar en un idioma que no conociesen” (a mi juicio errores peligrosos de ciertas iglesias Pentecostales –no de todas-), las personas que acompañaban al prosélito Cornelio comenzaron a hablar en Lenguas. Analicemos la frase que hace referencia al “don de lenguas”:
“Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios”
“hablaban” aquí es una forma verbal del término griego “laleo” y “lenguas” es el término griego “glosa” que vimos que quiere decir: “Habla, lengua, lenguaje o idioma”, sinónimo al sentido de la expresión “dialecto” (Idioma o dialecto). También como en Hechos 2 se nos dice aquí “que magnificaban a Dios” exactamente como vimos que pasó en Jerusalén. El mismo Pedro hace notar que los gentiles “...han recibido el Espíritu Santo también como nosotros” por lo que el texto Bíblico nos ratifica que del mismo modo que vimos en Jerusalén, lo que hicieron los gentiles de la casa de Cornelio, por la voluntad el Espíritu Santo, fue hablar en otros idiomas o dialectos extranjeros y magnificar a Dios.
NADA nos hace ver aquí que repitiesen sílabas sin sentido o sonidos inventados por ellos mismos: El texto nos dice claramente que hablaron (laleo) en idiomas (glosa) extranjeros entendibles por gentes de otros países o regiones como en el caso del día de Pentecostés
Las lenguas que se mencionan en Hechos 19
“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. Eran por todos unos doce hombres” (Hechos 19:1-7)
Como vemos aquí el Apóstol Pablo encontró en Efeso a unos seguidores de las doctrinas de Juan el bautista, que ni siquiera habían oído que hubiese Espíritu Santo. Tras oír que Juan el Bautista había predicado que el pueblo creyese en Jesús el Mesías, creyeron éste anuncio y fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesús. Pese a esto la Palabra de Dios nos refiere que no recibieron el Espíritu Santo hasta que un apóstol: Pablo, les impuso las manos, tras lo cual “vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban” en griego esta frase es: h\lqe to; pneu`ma to; a{gion ejpÆ aujtouv", ejlavloun te glwvssai" kai; ejprofhvteuon.
Nuevamente nos encontramos aquí con diferentes tiempos verbales de las expresiones griegas “laleo” en “hablaban” (ejlavloun) y “glosa” en “lenguas” (glwvssai") haciendo referencia aquí una vez más a su sentido de “Habla, lengua, lenguaje, idioma”. Nada nos dice aquí otra vez, y no tenemos porqué pensar que en este caso sería diferente de los dos anteriores, que hablasen en otra cosa que idiomas (que es, al final de todo, lo que el texto dice literalmente) que como en el caso de Pentecostés, tenían un significado entendible en algún lugar del mundo o por algún oyente de cierta nacionalidad e idioma.
Tampoco se nos dice que se les forzara a toda costa a “comenzar a hablar en algo que ellos no entendiesen”, como se hace en algunas iglesias pentecostales.
Las lenguas en 1ª de Corintios 12
“Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu (...) diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” (1ª Corintios 12:7,8,10,11)
Veamos a continuación en primer lugar a que se refiere el apóstol cuando habla del don de lenguas en este capítulo, analizando las expresiones siguientes:
“diversos géneros de lenguas”, en griego original gevnh glwssw`n literalmente se traduciría: “géneros o familias de lenguas” siendo el vocablo para lenguas una vez más “glosa”, cuyo significado recordamos que es:
Lengua, boca. (Órgano físico)
Capacidad de hablar, Habla, don de la palabra.
Expresión, manifestación, palabras (el sonido)
Habla, lengua, lenguaje, idioma (p.ej. Hebreo, Griego, etc.)
Ya hemos visto que en Hechos el único significado lógico, tanto por lo que el mismo libro nos dice en el capítulo 2, como por lo que da a entender el contexto para este término en el resto de dicho libro es “Lenguaje” o “Idioma”. En el caso de 1ª de Corintios no podemos pensar que sea otro, ya que los demás no tienen sentido de ninguna forma.
“interpretación de lenguas”, en griego original es: eJrmhneiva glwssw`n literalmente y parafraseando: “Explicación o Interpretación de idiomas, expresiones o palabras”, se refiere a dar el sentido o traducción a los oyentes de unas palabras que, poseyendo un sentido, son incomprensibles para los mismos. Esta interpretación puede ser dada porque alguien entienda el idioma que se está hablando (como los judíos de Pentecostés) o por poseer una persona el don de interpretación.
La siguiente referencia a este don en 1ª de Corintios 12 está en:
“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.” (1ª Corintios 12:27-30)
Como vemos por este texto, y leer otra cosa sería (a mi humilde juicio) manipularlo, en la iglesia hay una serie de dones y ministerios que no todos poseen, pero cuyo fin es la común edificación y no la exaltación mística o personal de un individuo. Ya vimos que el actuar del Espíritu Santo tiene como único fin la gloria de Dios y de Cristo.
Este texto nos dice que Dios puso en la Iglesia una serie de miembros:
“primeramente apóstoles”, a la pregunta “¿Son todos apóstoles?” La respuesta es claramente NO, no todos en la iglesia son apóstoles ni tienen ese ministerio.
“Luego profetas”, a la pregunta “¿son todos profetas?” la respuesta también es que NO, no todos en la iglesia son profetas o tienen ese don o ministerio.
“Lo tercero maestros” y si nos preguntasen si son “¿todos maestros?” la respuesta es que NO, no todos tiene el don o capacidad de enseñar ni todos tiene ese ministerio.
“Luego los que hacen milagros”, “¿hacen todos milagros?” evidentemente NO todos en la iglesia hacen milagros o tienen el ministerio de hacerlos, entendiendo como “milagro” un suceso o hecho extraordinario al que la ciencia no puede dar ninguna explicación lógica, si bien por la soberana voluntad y poder de Dios todos podemos ser objeto de una obra milagrosa de Dios en una circunstancia determinada.
“después los que sanan” “¿Tienen todos don de sanidad?”, vemos que aquí se refiere expresamente a los “dones” de sanidad (ignoro si existe un “ministerio” de sanador, la Biblia no lo dice y por ello creo que NO). A la pregunta del apóstol ¿Tienen todos dones de sanidad? La respuesta implícita es que NO todos tenemos el don de sanar a las personas, si bien el Señor en su soberanía, si quiere, puede responder a una oración nuestra para sanar a una persona.
“los que tienen don de lenguas” y como vemos el referirse a “los que...” está hablando de un grupo limitado dentro de la iglesia. Habla aquí de los que tienen “don” de lenguas, no habla de un “ministerio” de hablar en lenguas (ministerio por otro lado que no se encuentra en las Santas Escrituras). A la respuesta de si “¿Hablan todos en lenguas?” la respuesta es la misma que en los anteriores casos: NO, no todos hablan en lenguas, sino solo aquellos a los que el Espíritu Santo en su soberanía ha tenido a bien dárselo.
De más está decir que lo que acabo de hacer no es ni siquiera necesario para cualquier lector independiente y sin prejuicios doctrinales de la Biblia. Las preguntas que hace el apóstol en este párrafo implican una respuesta negativa en todos los casos, siendo las mismas un recurso dialéctico del apóstol precisamente para dar más fuerza a dicha respuesta negativa.
Las lenguas que se mencionan en 1ª de Corintios 13
En este precioso capítulo, desgraciadamente tan poco enseñado y menos vivido en nuestras congregaciones del siglo XXI, se nos habla de las lenguas, es en el primer versículo:
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe” (1ª Corintios 13:1)
Leemos la primera parte del verso: “...Si yo hablase lenguas humanas y angélicas”. En griego: “a;n tai`" glwvssai" tw`n ajnqrwvpwn lalw` kai; tw`n ajggevlwn” Literalmente: “Si en las lenguas o idiomas de los hombres y de los ángeles hablo...”.
En el medio Pentecostal y Carismático se usa esta expresión de Pablo, sobre hablar “idiomas de ángeles” para justificar que muchas veces las personas que hablan en lenguas repitiendo una serie de sílabas múltiples veces, (que no responden a ningún idioma conocido por los inconversos ahora o en el pasado), quizás hablen en esas misteriosas “lenguas de ángeles”.
En primer lugar hay que decir que los ángeles no fueron castigados en Babel con la confusión de lenguas, esto es: los ángeles no tienen diferentes idiomas. Cada vez que en la palabra de Dios un ángel habla o escribe algo, lo hace en lengua Hebrea, lo que no impide que puedan hablar en otros idiomas. En todo caso yo no aventuraría una cosa tan delicada, especialmente tratándose de ángeles. Y no veo en que pueden ser “señal” (lo veremos en el versículo 22 del capítulo 14) a un inconverso esas repeticiones veloces de sílabas y sonidos sin sentido a las que nos referimos ahora, y que no pueden ser entendidas en ninguna lengua conocida como pasó el día de Pentecostés donde SI fueron señal a los inconversos que se convirtieron en número de unos 3.000 tras ese acontecimiento.
Personalmente el casi único “fruto” que he visto muchas veces de esa repetición de sílabas del tipo: “coro-coro-coro!!!-saca-saca-saca!!!-raba-raba-raba!!!-quere-quere-quere!!!...” (NOTA: no pretendo hacer burla, sino que lo hago con respeto por los que creen en esto como “lenguas”, pero así se ilustra para los que no lo conocen) es que los inconversos estén más preocupados por esos sonidos que por oír la Palabra de Dios que les lleva a la fe que les salve, y que se asusten y no vuelvan más a la iglesia.
Por último se menciona el don de lenguas en 1ª Corintios 13 en el versículo 8. Este es un versículo que ha causado gran disputa entre los defensores de la vigencia o no del don de lenguas:
“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará” (1ª Corintios 13:8)
En griego se lee:
JH ajgavph oujdevpote pivptei: ei[te de; profhtei`ai, katarghqhvsontai: ei[te glw`ssai, pauvsontai: ei[te gnw`si", katarghqhvsetai
Literalmente dice: “El Amor nunca caduca, pero ya sean (las) profecías, serán abolidas; ya sean (las) lenguas, cesarán; ya sea (la) ciencia será abolida” (según el Nuevo Testamento Interlineal Francisco Lacueva). Así nos dice que el amor, a diferencia de la profecía, las lenguas o la ciencia, nunca caduca. En Griego “caduca” es pivptei (fonéticamente: “piptei”) que literalmente quiere decir: “cesar; terminar; hacerse perecedero”
Así “El amor nunca cesa, termina o se hace perecedero”, por el contrario, las profecías y la ciencia serán “abolidas”, en griego “Abolidas” es: katarghqhvsontai un futuro del término griego katargew fonéticamente “Katargeo” literalmente: “Dejar inactivo o impotente; hacer ineficaz; abolir; quedar libre o desprendido; destruido, despojado de poder, liberado”. Mientras que para las lenguas nos dice el apóstol que cesarán, en griego pauvsontai futuro del término griego pauvw fonéticamente “pauo” y que literalmente significa: “Calmar, apaciguar; destruir, suprimir; hacer cesar; terminar”.
De este modo la Palabra de Dios nos dice, parafraseando literalmente, que “El amor nunca cesa, termina o se hace perecedero pero ya sean (las) profecías, serán hechas inactivas, impotentes, destruidas; ya sean (las) lenguas, serán calmadas o apaciguadas, suprimidas, serán cesadas, terminarán; ya sea (la) ciencia será hecha inactiva, impotente, destruida”
La gran pregunta es ¿cuándo sucederá esto?, ¿cuándo las lenguas serán calmadas, cesadas, suprimidas o terminarán?. La respuesta están en los dos versículos siguientes:
“Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará” (1ª Corintios 13:9-10)
El apóstol de los gentiles nos dice al respecto del hecho de que la profecía, las lenguas y la ciencia terminarán, que es porque en “parte” conocemos o profetizamos, la expresión “parte” es en griego mevrou" fonéticamente se lee “meros” y significa “parte o porción”, y nos sigue diciendo al respecto que “cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará”.
Nueva pregunta: ¿qué es lo “perfecto” que ha de venir?. En primer lugar miremos esta expresión “perfecto”, en griego tevleion (fonéticamente se lee “teleion”) significa literalmente: “terminado, acabado, realizado; completo, cumplido; perfecto, sin mancha, eminente; maduro, crecido, hecho; definitivo; último”
Los diversos autores no se ponen de acuerdo sobre que es “lo perfecto” que ha de venir y que hará que “lo que es en parte” (Profecías, lenguas, ciencia, etc.) se acabe.
Matthew Henry (que vivió en una época cuando aún no se había dado el movimiento pentecostal o carismático) en su archifamoso “Comentario Bíblico” está seguro de que se trata de la Segunda Venida del Señor Jesús y entiende que este sentido, el escatológico, es el más obvio. Reconoce el comentario en la versión española pues, más adelante (en boca del revisor), que no se puede usar el versículo 8 en contra de la opinión del Pentecostalismo de la continuación de los dones espirituales en la actualidad.
Otros autores de renombre piensan que durante el tiempo de “inmadurez” de la iglesia, antes de que quedase completo el Canon del Nuevo Testamento, eran necesarios los carismas para validar la Palabra predicada.
Otros, partiendo de postulados dispensacionalistas indican que el uso y actualidad de los dones estuvo limitado a la época apostólica. Desgraciadamente para este argumento, la misma historia de la iglesia primitiva, a nada que se estudie, les quita la razón ya que hay constancia (como veremos más adelante) de la manifestación del Espíritu Santo en las iglesias por medios de los dones citados (lenguas, palabras de profecía, milagros, sanidades, etc.) siglos después de la muerte del último apóstol.
Si me preguntas a mí, estimado lector, te diré que pienso en “Lo Perfecto que ha de venir” como en la Segunda Venida del Señor Jesús cuando “veremos cara a cara” (1ª Corintios 13:12).
Si me preguntas sobre si los dones, en especial el de lenguas, son para hoy, te diré que a mi leal saber y entender nada por el momento me hace pensar en la Palabra de Dios que indique que no lo son.
Sin embargo, y Dios me perdone si me equivoco, con temor y respeto diré que nada me hace pensar en que lo que hoy la inmensa mayoría de los hermanos Pentecostales y Carismáticos llaman y usan como “don de lenguas” sea el don que la palabra de Dios presenta en la Biblia.
No identifico (y lo digo con sumo respeto y temor) la repetición atolondrada de sílabas y sonidos con idiomas o dialectos humanos entendibles como señal a los inconversos y edificación de la iglesia.
No identifico el desorden de una iglesia llena de gente “hablando en lenguas” en alta voz, con las advertencias y mandatos del apóstol en el capítulo 14 de 1ª de Corintios de que todo se haga con orden.
No identifico el “culto” y la dependencia espiritual debida al líder o “ungidos” que se da en ciertas iglesias llamadas Pentecostales, con el hecho de que la verdadera obra del Espíritu Santo focaliza la atención en el Cristo de la Biblia (y no en otros falsos cristos).
La Biblia dice que las personas de los tiempos Neotestamentarios oraban en lenguas (idiomas extranjeros como hemos visto) espontáneamente, nadie les indicaba que “dejasen de pensar” y comenzasen a decir sonidos y sílabas que “ellos no entendiesen”. Esa práctica a mi juicio tiene algo de tentar a Dios y su soberanía, y mucho de peligrosa.
La Palabra de Dios dice: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1ª Corintios 12:11), esto es, Dios reparte los dones como Él quiere y cuando Él quiere, no cuando nosotros queremos.
De todas las denominaciones han salido herejías, pero nunca tantas y en tan poco tiempo como las que hoy en día surgen de entre las filas de aquellos que practican de manera antibíblica el “don de lenguas”. Algunos ejemplos: “Teología de la prosperidad”, “Unción de la risa”, “Confesión Positiva”, “Movimiento de fe”, “Movimientos de Toronto o Pensacola”, etc. (No se engañe el cristiano lector: estos movimientos son herejías gnósticas modernas revestidas de piedad)
Pidamos a Dios que no nos entregue a nuestros propios pensamientos, caminos, errores o maneras de pensar –lo cual sería terrible y está sucediendo con algunos hoy en día- y acomodémonos a Su Sana Palabra, que es medicina y consuelo para nuestras almas.
Analizaremos ahora 1ª de Corintios 14 versículo a versículo:
V.1 “Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” El apóstol nos insta a literalmente “perseguir” el amor dentro y fuera de la iglesia. El amor al que se refiere es el de 1ª de Corintios 13. Nos anima también a lit. “anhelar las cosas espirituales” y especialmente que “profeticemos” sobre l “don de lenguas”; el versículo siguiente nos da la respuesta:
V.2 “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios” Como vemos, en la iglesia, el hecho de que uno hable en “una lengua” (así lit. en el original griego) no es causa de edificación para el resto de los oyentes, como nos dirán más tarde los versos 4 y 5, sino solo para él mismo, ya que “...no habla a los hombres...” (como dice el verso 5 “a no ser que las interprete”) “...sino a Dios”, como vimos en los casos de Hechos, donde “magnificaban a Dios” en otras lenguas, y como nos dice Romanos 8:26:
"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Romanos 8:26-27)
En efecto, el Espíritu Santo nos ayuda (o también socorre) en nuestra debilidad (Lit. en griego “en nuestra falta de vigor, o debilidad, o enfermedad”) ya que ni siquiera sabemos en nuestra naturaleza débil, nuestros espíritus enfermos por la enfermedad del pecado y caída, como pedir o qué pedir en determinadas ocasiones. Pero, nos dice la Biblia, el Espíritu Santo intercede por nosotros con “gemidos indecibles”, en Griego leemos stenagmoi`" ajlalhvtoi" Literalmente dice “Con gemidos (o suspiros) indecibles (o mudos o sin palabras)”
¿Se refiere el apóstol en este texto al “orar en lenguas”? Yo leo que el verso lo que nos dice es que es el propio Espíritu el que intercede por nosotros (no dice que lo haga en nosotros o por medio de nosotros); en todo caso, cuando una persona por el Espíritu “habla en lenguas” precisamente está haciendo esto: por medio de la administración del Espíritu Santo, como sucedió en Jerusalén habla “la Grandeza de Dios” sin él mismo saberlo, a no ser que se lo interpreten o lo pueda él mismo interpretar, y de esta manera intercede de forma eficaz, conforme a la perfecta voluntad de Dios. La Palabra también nos revela que el ministerio del Señor Jesús a la diestra de Dios es esto mismo: interceder por nosotros, como está escrito:
“¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34)
No pienso pues que el Espíritu Santo interceda por nosotros con gemidos indecibles cuando oramos en lenguas, y no lo creo porque la Biblia no dice que sea así. En todo caso si creo que cuando un cristiano recibe el don de lenguas tal cual está escrito en la Biblia, al poner en práctica este don, ora la perfecta voluntad de Dios.
V.3-4 “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.” Aquí el Espíritu santo, por medio del apóstol nos habla de que en el seno de la iglesia, el don de profecía, entendible por todos, sirve para edificar, exhortar y consolar a toda la congregación, sin embargo el que ora en lenguas solo se edifica a si mismo, a no ser que se de la interpretación de lo que dice, como nos explica el siguiente versículo:
V.5 “Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.” Como vemos, el deseo de Dios, sería que todos en la iglesia hablasen “laleo” en lenguas “glosa”, pero más que profetizásemos, ya que como vemos “mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas”, cuando dice “mayor” usa el término meivzwn algo así como “Meidson”, un comparativo del término griego “Megas” literalmente: “grande, importante”, así, el que profetiza, es más grande o más importante para la iglesia que el que ora en lenguas.
¡Cuan bueno sería para la iglesia que hubiese más que hablasen y enseñasen la Palabra de Dios con fidelidad! Esto nos recuerda a las palabras de Moisés en el desierto cuando dijo: “Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos.” (Números 11:29).
¿Significa esto que todo el pueblo de Dios va a profetizar?, ya hemos visto que Dios puso a cada uno como Él quiso, y que no todos somos profetas. Del mismo modo, ¿significa que todos hablaremos en lenguas? Yo pienso que no, por lo que dice la Palabra de Dios, y porque el hecho de que Dios desea que por ejemplo “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1ª Timoteo 2:4) no hace que todos vayan a ser salvos, sino que muchos van camino de la perdición y castigo eternos. En todo caso, ¡ojalá que todo el pueblo de Dios abundase en todos los preciosos dones y riquezas que Su Santo Espíritu imparte! Lamentablemente no es así.
Por último decir que el hecho de que un creyente hable en lenguas en público en la asamblea de los santos, no tiene ningún beneficio dentro de la iglesia a no ser que venga con su interpretación, solo se edifica él mismo, y no edifica a nadie más. Aún peor, como dice el apóstol Pablo, esta es una manera incorrecta de actuar, ya que causa confusión y desorden, además de tropiezo para posibles incrédulos que entrasen en la congregación y se encontrasen una cacofonía de palabras y expresiones. Esto lo veremos unos versículos más adelante. En todo caso, si uno quiere hablar en lenguas en la iglesia, que las interprete también, o que se calle: Es la palabra de Dios quien lo dice.
V.6-9 “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina? Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire.
El mensaje es simple en este versículo: Una vez más incide no en impedir hablar en lenguas, sino en su carencia de edificación y servicio a la iglesia cuando no es palabra “bien comprensible”, la expresión “comprensible” en griego eu[shmon “eusenon” significa literalmente “Fácil de conocer, inteligible” el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su Vigésima Primera Edición define la expresión “inteligible” como “Que puede ser entendido”. Algo que no es entendido ni tiene sentido para la congregación ¿cómo puede ser de utilidad o edificación? Si cometemos este error, nos dice el apóstol que “hablaremos al aire”, ni siquiera a Dios.
Olvidemos pues que la repetición de sílabas o expresiones fonéticas forzadas o inventadas por nuestra mente puedan ser “lenguas” genuinas. Cuidémonos de no estar tentando a Dios al hacer tal cosa. Esto no es de edificación, más bien de tropiezo, para creyentes y gentiles.
V.10-11 “Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí.”
Vemos que, como nos dice literalmente la palabra en Hechos 2, estos versículos se refieren a lenguas humanas entendibles en alguna parte del mundo. La expresión “idiomas” aquí es fwnw`n “fonon”, literalmente en griego: “Lenguaje, modo de expresarse, habla, lengua, idioma, dialecto”. Un sinónimo de las voces griegas “glosa” o “dialecto” que también hacen referencia al don de lenguas. El apóstol viene a decir que habiendo tantos tipos de lenguas en el mundo, todas ellas con su significado, si no se traducen al oyente cuando se hablan por el Espíritu Santo, son palabras sin sentido que no le edificarán en absoluto. Menos si una congregación entera, como parece que era el caso de los Corintios, se pone a hablar en lenguas al unísono, cada uno para si mismo. La solución para este mal uso del don se nos da a continuación:
V.12-13 “Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.”
Primera regla de oro: (al hablar en lenguas) que estas sean “para edificación de la iglesia” y no para edificación de un miembro en particular, o para desorden y desconcierto.
Segunda regla de oro: “el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla” la expresión “interpretarla” es diermhneuvh/ “diermeneue”, un tiempo verbal del verbo “diermeneo” literalmente: “traducir, interpretar, explicar”. El que habla en lenguas, debe traducir sus expresiones de modo que sean comprensibles para los oyentes, para poder edificar a la iglesia.
V.14 “Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto”
Sobre la expresión “Lengua desconocida”, decir que en el griego original dice tan solo “lengua” (la expresión “desconocida” es un añadido de los traductores). Así, si uno ora en lenguas, sin tener como nos ha dicho antes el apóstol, la interpretación o traducción de lo que decimos, nuestro espíritu ora, pero nuestra mente o entendimiento queda sin fruto. La expresión “sin fruto”, en griego a[karpo" (léase “Akarpos”) quiere decir “infructuoso”.
V.15-19 “¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has dicho. Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida”
Poco más que decir sobre estos versículos: El apóstol indica que no solo se debe orar “con el espíritu” (así se llama también al orar en lenguas), sino también con el entendimiento (literalmente “con la mente”), de modo que sepamos lo que estamos diciendo al Señor, y podamos edificar a los que nos oyen (en caso contrario es evidente que NO lo edificamos). Sobre la expresión orar con el espíritu, en Judas encontramos algo parecido:
“Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo...” (Judas 20)
La diferencia entre uno y otro versículo es que en 1ª Corintios 14 habla de “orar con el espíritu” refiriéndose a que nosotros oramos con nuestro espíritu. En Judas dice “orando en el Espíritu Santo”. Ignoro en este momento si se refiere también al tipo de oración a la que se refiere Pablo en Corintios. En todo caso podemos orar “en el Espíritu Santo” tanto con el entendimiento, como en lenguas (con el espíritu) los que posean ese don de manera genuina.
Por último el apóstol nos indica que el está agradecido a Dios por hablar en lenguas más que todos los Corintios, pero que sin embargo más valen en la iglesia (y esto es lo que el quiere y prefiere) “cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (Nota: una vez más la expresión “desconocida” no existe en el original griego, habiendo sido puesta ahí por los traductores de la Reina-Valera para explicar el sentido).
V.20 “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar”
El apóstol indica aquí que tras lo expuesto anteriormente, actuar de manera errónea y no Escritural como hacían los Corintios entonces y hoy por desgracia muchos Pentecostales o Carismáticos (salvo honrosas excepciones), es señal de falta de madurez. Es comportarse y pensar como un niño.
A continuación el Apóstol nos cita la Ley, en un texto muy interesante y muy manipulado por ciertos Ultra carismáticos:
V.21-22 “En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes”
En efecto, el profeta Isaías dice así:
“porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el refrigerio; mas no quisieron oír. La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos” (Isaías 28:11-13)
Con esta cita muchos Pentecostales han querido justificar como “lenguas genuinas” la repetición rápida de sílabas y sonidos sin sentido, haciendo de ésta práctica la “lengua de tartamudos” de la que habla Isaías (toda la doctrina sobre las Lenguas del Nuevo Testamento descarta esta interpretación). También se han llegado a querer justificar como Bíblicas las famosas “caídas en el espíritu” (tras la imposición de manos por ejemplo) con el versículo 13 donde dice “hasta que vayan y caigan de espaldas”.
Más adelante dice el apóstol algo de importancia trascendente para este estudio sobre las lenguas y la comprensión de su utilidad y buen uso:
“Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos”. La expresión “señal” en griego es shmei`on (se pronuncia “semeion”) y literalmente significa: “Señal del Cielo; portento”.
¿En qué pueden ser “señal del cielo” o algo “portentoso” para un gentil e incrédulo de nuestros días o de los tiempos apostólicos la repetición cacofónica y sin orden ni significado de sílabas o sonidos sin sentido?. Esto no es señal para nadie.
Como hemos visto, las lenguas en Pentecostés y en el contexto de la enseñanza del apóstol Pablo, son señal para un inconverso cuando éste oye hablar en su propia lengua a personas que no deberían conocerla sobre “las grandes obras de Dios”. Que un egipcio, un romano, un griego, un cretense o un árabe oyesen alabar a Dios a unos galileos en Jerusalén en lengua egipcia, latina, griega, cretense o arábiga se puede considerar una “señal del cielo” o un “portento”. No pienso lo mismo si lo que hubiesen oído fuera una jeringonza de sílabas sin sentido.
Es en este sentido de comprender perfectamente lo que se está diciendo que la profecía o la exposición de la Palabra de Dios en la iglesia, son señal “no a los incrédulos, sino a los creyentes”.
El apóstol vuelve sobre esto en los versículos siguientes:
V.23-25 “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros”
En efecto, ¡Cuantas personas que en sinceridad se han acercado a una iglesia Pentecostal en búsqueda de la verdad han salido espantadas por el escándalo de decenas de personas hablando en cacofónico desorden en “lenguas”!
Hermanos: Si un incrédulo no quiere saber más de nuestra congregación, ojalá que sea porque ha decidido no creer el Evangelio que se la haya presentado allí de manera clara, y no porque se haya asustado por el “circo” que haya podido allí sufrir.
Seamos conscientes de que a nosotros, y no a los ángeles, se nos ha encomendado por Cristo la Palabra de Salud que puede evitar que las almas pasen una eternidad en el tormento del infierno, al no arrepentirse de sus pecados y aceptando el don del perdón por medio de la Cruz de Cristo.
Si en una Iglesia se predica la Palabra de Dios, la “palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2ª Pedro 1:19) que Pedro describe como acabamos de leer “y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros"
Tras estas reflexiones, el apóstol Pablo da las instrucciones sobre como se debe de conducir el culto “en todas las iglesias de los santos” (v.33) y no solo, como dicen algunos que tuercen la Palabra a su capricho, en la de Corintio en un momento histórico concreto:
V.26-31, 37-40 “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (...) “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden”
Regla de oro número uno: “Hágase todo para edificación” y no para edificar el ego espiritual o carnal de algún miembro en particular, o nuestra propia sed de experiencias místicas.
Regla de oro número dos: “Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno”. En las iglesias no deben de hablar en lenguas en público más de dos o tres personas, y si lo hacen, que sea por turnos y no al mismo tiempo.
Regla de oro número tres: “...y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios” No hace falta volver a repetir el versículo, pero por si acaso: Si no hay traducción o interpretación no se debe hablar en lenguas en alta voz en público (si se podrá hablar “para sí mismo y para Dios”).
Regla de oro número cuatro: “los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” Esto es válido para los profetas y para los que hablan o no en lenguas: Dios nos ha hecho dueños de nuestros espíritus, solamente podemos perder el control de nuestros espíritus, mentes y actos, bajo la influencia de sustancias embriagantes (alcohol, drogas, etc.), bajo nuestra propia sugestión carnal y mística, o bajo la influencia de espíritus demoníacos en una clara posesión diabólica. Por lo tanto el que una persona entre en trance, o no pueda dejar de hablar en lenguas extrañas a su voluntad, etc. es cuanto menos sospechoso.
Regla de oro número cinco: “Dios no es Dios de confusión, sino de paz” Si una situación o actitudes carnales o místicas traen confusión en la congregación, e impiden que tanto creyentes como inconversos sean atraídos a Cristo: ESO NO ES DE DIOS.
Regla de oro número seis: “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore” Lo que está escrito en Corintios sobre las lenguas (y también sobre la profecía, las mujeres en la iglesia o lo que sea), no son consejos de un viejo apóstol a una iglesia carnal de hace dos mil años: SON MANDAMIENTOS DEL SEÑOR. Solo los no espirituales (carnales) y los ignorantes (voluntariamente ignorantes) no reconocen esto.
Regla de oro número siete: “hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas” Busquemos el don de la profecía, que hace que el pecador sea “convencido, por todos juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros” y no impidamos o juzguemos como malo el hablar en lenguas si estás fueran tales como la Biblia manifiesta (Idiomas o dialectos con significado para los inconversos, con interpretación que engrandezcan al Dios y Creador de todos nosotros y con el orden descrito).
Regla de oro número ocho: “hágase todo decentemente y con orden” Dios es un Dios de orden y de decencia. Ya dice el refrán castellano “la reina no solo ha de ser santa, sino además parecerlo”. No basta con todo lo anterior, sino que además debe de reinar la decencia (literalmente “el decoro”) y el orden en nuestro cultos.
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