Saturday, May 3, 2008

¿Deben las mujeres predicar en la Iglesia?

¿Deben las mujeres predicar en la Iglesia?

(Breve estudio sobre 1ª de Corintios 14:33-34 y 1ª de Timoteo 2:11-12)



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Por medio de este estudio, trataremos de aclarar cual es la voluntad y el mandamiento, así como el orden de Dios, respecto al hecho de que las mujeres enseñen, prediquen o ejerzan autoridad espiritual sobre los varones en las iglesias.

Trataremos de exponer como la Biblia enseña de manera clara y explícita que no le ha sido dada a la mujer la potestad de enseñar ni predicar sobre los varones, así como ejercer ningún tipo de autoridad espiritual sobre los mismos. Demostraremos también que estas enseñanzas no son solo aplicables a una iglesia concreta (Corinto) en una época concreta (La del ministerio del Apóstol Pablo), sino que siguen siendo vigentes hoy en día.

Veremos también que el hecho de que la mujer, en la iglesia, no pueda enseñar ni ejercer autoridad so­bre el varón, no la hace menor que el hombre ante los ojos de Dios, sino que siendo iguales, como el Padre y el Hijo, cada uno tiene un papel determinado y concreto en el Plan de Dios.

Hemos usado en este estudio el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva (Ed. CLIE, 1984, Terrassa, España), el “Diccionario Manual Griego-Español José M. Pabón, VOX, Barcelona 1967” y la Traducción Reina-Valera revisión de 1960 de Sociedades Bíblicas Unidas.

Si no puede Ud. leer esta expresión en azul: kefalh con letras griegas, necesarias para leer algunas expresiones de este estudio, puede Usted descargar la fuente (tipo de letra) necesaria haciendo clic con el ratón en Graeca II (GRI.TTF) después necesitará copiar dicha fuente en la carpeta Fonts dentro de la carpeta Windows en su PC.

La Palabra de Dios dice:

“...quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo...” (1ª Cor. 11:3)

“...el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos...” (1ª Cor. 15:28)

“...Yo y el Padre, Uno somos...” (Jn. 10:30)

“... no hay varón ni mujer; porque todos sois uno en cristo Jesús...” (Gal. 3:28)

La Biblia enseña que, en su ministerio terreno, Jesús el Hijo de Dios anduvo en todo sujeto y en sumisión y obediencia a su Padre. Las expresiones “Sujetarse”, “Sumisión” y “Obediencia” han llegado a ser muy impopulares hoy en día en la iglesia, se consideran “Políticamente incorrectas”; y sin embargo, Jesucristo nuestro Maestro, fue Él mismo un ejemplo en esto por su perfecta sumisión y obediencia.

Como sabemos, el hecho de que Jesús voluntariamente se hiciese obediente y se sujetase al padre (Fil. 2:5-11), no hace de Jesús alguien menor que el Padre. Él mismo afirmó “...Yo y el Padre, Uno somos...”. Dios el Padre es tal y como afirma la Escritura “...la cabeza de Cristo...”, siendo la expresión “cabeza” la griega kefalh; Fonéticamente: “Kefale” que literalmente quiere decir: “Cabeza, Parte superior, Dominante, Principal, Fuente, Origen” (VOX, Diccionario Manual Griego-Español José M. Pabón, Barcelona 1967).

Como vemos el hecho de que el Hijo, en su ministerio terrestre, se sometiese a la Voluntad del Padre y que la Biblia hable del Padre como la “cabeza” de Cristo y que “...el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas...”, no hace a Jesús menor que el Padre, por el contrario Él afirmó: “...Yo y el Padre, Uno somos...”.

De este modo puede decir la Palabra de Dios, hablando del hombre y la mujer que “...todos sois uno en cristo Jesús...” y al mismo tiempo establezca diferentes roles o papeles en su soberano plan para hombres y mujeres. Del mismo modo que el hecho de que Cristo el Hijo se sujetase a Dios el Padre no le hace menos que el Padre, el hecho de que la mujer se deba someter al esposo y que la Palabra de Dios le acote claramente sus funciones, entre las que NO está el enseñar ni predicar ni tomar autoridad espiritual sobre los hombres, no la hace menos que los hombres, por el contrario, en Cristo somos uno, como hemos leído.

Si Cristo no se sintió “discriminado” en su posición de sometimiento a Su Padre, tampoco las mujeres se deben sentir discriminadas al tener que sujetarse a sus maridos y no poder ejercer ningún tipo de autoridad espiritual sobre los hombres en las iglesias.

Pasemos ahora a analizar el mandamiento de Dios sobre el tema para todas las iglesias en el Nuevo Testamento:

“...pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore.” (1ª Cor. 14:33-40)

Lo primero que debemos decir aquí, contra los engañosos argumentos de algunos que tratan de manipular la Escritura a su conveniencia, es que este mandamiento no se limita a la “problemática” Iglesia de Corinto, sino que es regla de conducta en el culto cristiano en general. Así comienza el Apóstol diciendo que se debe actuar “...Como en todas las iglesias de los santos...” y no se refiere a que fuese un hecho extraordinario acontecido en esta iglesia. Otros en su intento de desacreditar el mandamiento del Apóstol indican que en ocasiones Pablo dice en sus epístolas que ciertas cosas que escribe son su opinión personal. De ningún modo es así en el caso que nos ocupa, pues el Apóstol se cuida mucho de aclarar después de mandar callar a las mujeres en la iglesia que “...Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor...”. Ciertamente esto no es un mandamiento popular en el mundo en el que vivimos, donde de la misma manera que el feminismo infiltrado hace ya unas décadas en la iglesia reivindicó (y consiguió en muchos casos) el derecho de predicación, enseñanza y magisterio para las mujeres, el movimiento gay pretende también hoy en día infiltrarse y ser aceptado como algo moralmente bueno en el seno del Pueblo de Dios.

Yo opino que quizá no sea “popular” o “Bien visto”, y que incluso pueda parecer retrógrado a algunos. Pero es Cristianismo. Y esto a mi me basta.

Tras esta aclaración, estudiemos frase a frase, y palabra a palabra, este “mandamiento del Señor” para “todas las iglesias de los santos”.

Para esto usaremos el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva (Ed. CLIE, 1984, Terrassa, España). No extrañe pues al lector leer el texto en español literalmente traducido del griego:

“...Porque no es de tumulto Dios, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, las mujeres en las iglesias callen...” (1ª Cor. 14:33-34a)

La expresión “callen” en griego es sigavtwsan (fon. “sigatosan”) tiempo del verbo griego sigavw, (fon. “sigao”) que literalmente quiere decir “Callar, estar silencioso, callarse –con respecto a algo-; callar, no hablar de algo” cuya raíz es la palabra griega sigh (fon. “sigé”) que traducido es “silencio, reserva silenciosa, discreción; tranquilidad, calma”. Puedan las mujeres que aman a Dios mantener con prudencia y sensatez esta humilde discreción y reserva silenciosa en las iglesias, en vez de reclamar derechos y atribuciones que Dios no les ha dado.

“...porque no les es permitido hablar...” (1ª Cor. 14:34b)

La palabra “permitido” es aquí en el original ejpitrevpetai (fon. “epitrepetai”) del verbo griego ejpi-trevpw (fon. “epi-trepo”) que quiere decir literalmente: “Dar, otorgar, conceder, permitir”. Será de menos decir aquí que quien no les ha dado, u otorgado el derecho de predicar, quien no les concede ni permita ejercer autoridad espiritual ninguna sobre los hombres es el mismo que ha dado este mandamiento, como vimos “...lo que os escribo son mandamientos del Señor...”.

No es un machista quien deniega ese rol o papel, es el Dios que ha inspirado la Biblia. Solo Él es sabio, y no tiene que darnos cuentas de sus decisiones a nosotros, que solo debemos obedecerlas como siervos inútiles.

La expresión “hablar” aquí es la palabra griega lalew (fon. “laleo”) que literalmente quiere decir: “Hablar, Decir, contar, referir; Balbucir; Charlar, parlotear.”

“...sino estén sometidas como también la Ley dice. Y si algo aprender desean, en casa a los propios maridos pregunten...” (1ª Cor. 14:34c-35a)

La -para muchos y muchas hoy- inoportuna y molesta palabra “sometidas” es uJpotassevsqwsan (fon. “hypotassestosan”) que literalmente quiere decir: “Ponerse por debajo; subordinarse, someterse; obedecer” Repito que esto no es otra cosa que Cristianismo Neotestamentario. Si no nos gusta, una solución pudiera ser arrancar y quemar estas páginas de la Biblia, otra hacernos de alguna religión que si acepte el ministerio de las mujeres, y una última, creo que la mejor para quien quiera seguir a Jesús, es hacernos necios frente al Dios sabio, y obedecerle.

Tampoco quiere decir esto que las mujeres deban ser esclavas de los hombres, a los que la Biblia ordena amar, honrar y respetar a sus mujeres como Cristo ama a la iglesia. Tan sólo quiere decir lo que quiere decir: como Cristo se sujetó al Padre sin ser por ello menos que el Padre, así las mujeres deben sujetarse a sus maridos, y en la Iglesia al ministerio de los hombres, sin por esto ser menos que los hombres.

“...porque indecoroso es para una mujer hablar en la iglesia...” (1ª Cor. 14:35b)

Sin más, decir que la expresión traducida aquí como “indecoroso” es la griega aijscro;n (fon. “aisjron”) cuya traducción literal del griego al español es: “vergonzoso, injurioso, deshonesto; feo, torpe, indecente, infame; inoportuno, desgraciado”

Creo que no son necesarios los comentarios frente a la Palabra de Dios.

Acabamos este texto de Corintios con su trascripción literal desde el griego:

“...¿acaso de vosotros la Palabra de Dios salió o a vosotros solos llegó? Si alguno piensa profeta ser o espiritual reconozca que lo que os escribo que del Señor es mandamiento. Pero si alguno ignora, es ignorado” (1ª Cor. 14:36-38)

Nos vuelve a recordar el Apóstol que precisamente la actitud de los Corintios era permitir algo que en ninguna otra iglesia se daba: que las mujeres enseñasen o ejerciesen autoridad espiritual sobre los hombres. Por eso les pregunta con ironía “¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?”. Corintios de entonces y Corintios de hoy... ¿seremos más sabios que Dios mismo como para permitirnos torcer Su acrisolada Palabra?.

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Pasemos ahora al otro texto donde se ratifica esta enseñanza universal:

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.” (1ª Timoteo 2:11-12)

En primer lugar, decir que estas palabras del Apóstol se deban leer en su contexto, está dando indicaciones del comportamiento de hombres y mujeres en la iglesia, no en otro lado. En estos primeros versículos del segundo capítulo de su epístola a Timoteo ha indicado en primer lugar los motivos por los que se debe orar en la Iglesia (¡que poco se ora por estas cosas!), la manera en que los hombres deben de orar en la iglesia, y la manera en que las mujeres deben de vestirse en la iglesia (y porque no, en su vida de fuera de la iglesia). A continuación, siguiendo estas instrucciones para la iglesia, nos dice lo que acabamos de leer (volvemos a usar la traducción literal del Nuevo testamento):

“La mujer en silencio aprenda con toda sumisión; pero enseñar a la mujer no permito...” (1ª Tim. 2:11-12a)

Ya hemos visto de que modo debe la mujer en la Iglesia guardar silencio y estar sujeta. Nos dice ahora que no debe “enseñar” al hombre (ver en el contexto el resto de la frase). La palabra “enseñar” es aquí: didavskein (fon. “Didaskein”) del verbo didavskw (Fon. “Didasko”) cuya traducción literal sería: “Enseñar algo a alguien, instruir, informar, declarar, explicar, aconsejar”. Como vemos, la mujer debe, por mandato del Señor, no solo no enseñar a los hombres, sino tampoco ejercer tareas de consejería pastoral o similar sobre los mismos.

“...ni ejercer autoridad sobre el hombre, sino estar en silencio” (1ª Tim. 2:12)

La palabra “autoridad” es aquí aujqentei`n (fon. “Authentein”) del verbo aujqentew (fon. “Authenteo”) que significa: “Dominar o gobernar a alguien”.

La palabra ajndrov" (fon. “andros”) significa “Hombre o varón” pero puede ser también traducida como “Marido o esposo”.

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Hemos visto como la Biblia enseña que no le ha sido dada por el Señor a la mujer la potestad de enseñar ni predicar sobre los varones, así como ejercer ningún tipo de autoridad espiritual sobre los mismos. Hemos visto también que estas enseñanzas no son solo aplicables a una iglesia concreta (Corinto) en una época concreta (La del ministerio del Apóstol Pablo), sino que eran (y deben ser) regla general en la Cristiandad del Siglo I y del XXI.

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