Saturday, March 15, 2008

ALELUYA ALELUYA RESUCITO !




"Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes.
Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día'". (Lc 24, 4-8).

Vigilia Pascual 2007 -Benedicto XVI, homilía
"Sus heridas os han curado" (1 P 2,24), éste es el anuncio que Pedro dirigió a los primeros convertidos. Aquellas llagas, que en un primer momento fueron un obstáculo a la fe para Tomás, porque eran signos del aparente fracaso de Jesús; aquellas mismas llagas se han vuelto, en el encuentro con el Resucitado, pruebas de un amor victorioso. Estas llagas que Cristo ha contraído por nuestro amor nos ayudan a entender quién es Dios y a repetir también: "Señor mío y Dios mío". Sólo un Dios que nos ama hasta cargar con nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el dolor inocente, es digno de fe. -Benedicto XVI, Pascua 2007






LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
La pascua celebra la resurrección de Jesucristo, victorioso sobre la muerte. Su victoria es nuestra victoria. Verdad fundamental de la fe cristiana. Un canto pascual a esta fiesta la llama "La reina de todas la estaciones," "día esplendoroso," "la fiesta regia de todas las fiestas". Éste es el día que hizo el Señor. La Iglesia se reúne felizmente cansada después de la intensidad de la Vigilia Pascual. El Padre nos recibe en casa, como al hijo pródigo, nos agasaja con un banquete y nos da una túnica nueva.
Según San León Magno, Jesús se apresuró a resucitar cuanto antes porque tenía prisa en consolar a su Madre y a los discípulos (Sermón 71, 2).
Ya han pasado los 40 días del ayuno cuaresmal. Hoy comenzamos "los Cincuenta Días de la Pascua," siete semanas más un día–una "semana de semanas" desde ahora hasta la fiesta de Pentecostés. En estos cincuenta días nuestro Señor resucitado nos dirige hacia el sol de la primavera. Nuestro maravilloso Jardinero planta su cruz entre nosotros como nuevo árbol de la vida. Nuestro Buen Pastor nos conduce a los pasos floridos del paraíso.


Jesucristo Misericordioso
Fiesta segundo domingo de pascua

SECUENCIA
Victima paschali laudes
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Amén. Aleluya.





“Ha resucitado, no está aquí” (Mc 16,6)
________________________________________
La Vida triunfó sobre la muerte para siempre
Las armas victoriosas de Jesús son el amor, la humildad y la obediencia.
El enemigo arrogante, por matar al Siervo Doliente quedó el mismo vencido.
Se abre la tumba y se derrama sobre la tierra la misericordia.
Abranse los corazones a la misericordia
Todo está orientado nuevamente al Hijo que da vida ¡Vida eterna!.
En Cristo todo alaba al Padre
“¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Co 15,55)
________________________________________
Su Evangelio sacia plenamente el anhelo de paz y de felicidad que habita en todo corazón humano.
Cristo ahora está vivo y camina con nosotros.
¡Inmenso misterio de amor!

Christus resurrexit, quia Deus caritas est! Alleluia

(Benedicto XVI, Mensaje Urbi et Orbi, Pascua 2006)
e
Las armas victoriosas de Jesús son el amor, la humildad y la obediencia.
El enemigo arrogante, por matar al Siervo Doliente quedó el mismo vencido.
Se abre la tumba y se derrama sobre la tierra la misericordia.
Abranse los corazones a la misericordia
Todo está orientado nuevamente al Hijo que da vida ¡Vida eterna!.
En Cristo todo alaba al Padre
“¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Co 15,55)
________________________________________
Su Evangelio sacia plenamente el anhelo de paz y de felicidad que habita en todo corazón humano.
Cristo ahora está vivo y camina con nosotros.
¡Inmenso misterio de amor!

Christus resurrexit, quia Deus caritas est! Alleluia

(Benedicto XVI, Mensaje Urbi et Orbi, Pascua 2006)
“Hoy el cielo y la tierra cantan ‘el nombre’ inefable y sublime del Crucificado resucitado.

Todo parece como antes, pero, en realidad,
nada es ya como antes.
Él, la Vida que no muere, ha redimido y vuelto a abrir a la esperanza a toda existencia humana.

‘Pasó lo viejo, todo es nuevo’ (2 Co 5, 17).

Todo proyecto y designio del ser humano, esta noble y frágil criatura, tiene hoy un nuevo ‘nombre’ en Cristo resucitado de entre los muertos,
Porque ‘en Él hemos resucitado todos’”.

(Juan Pablo II, Mensaje de Pascua para el Nuevo Milenio)

Pregón Pascual
Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.

Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»

Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por rnedio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén.



RESURRECCIÓN
Jesucristo, muerto por nuestros pecados, resucita glorioso y vencedor sobre la muerte.

Creo en la Resurrección de la carne

La resurrección es una verdad fundamental del cristianismo. Cristo verdaderamente resucitó por el poder de Dios. No se trata de un fantasma, ni una mera fuerza de energía, ni de un cuerpo revivido como el de Lázaro que volvió a morir. La presencia de Jesús resucitado no se trata de alucinaciones por parte de los Apóstoles.
Cuando decimos "Cristo vive" no estamos usando una manera de hablar, como piensan algunos, para decir que vive solo en nuestro recuerdo. La cruz, muerte y resurrección de Cristo son hechos históricos que sacudieron el mundo de su época y transformaron la historia de todos los siglos. Cristo vive para siempre con el mismo cuerpo con que murió, pero este ha sido transformado y glorificado (Cf. Cor.15:20, 35-45) de manera que goza de un nuevo orden de vida como jamás vivió un ser humano.
La vida de Cristo la vivimos por la gracia. Los que son de Cristo participan ya de esta vida nueva de Cristo desde el bautismo. Esta vida activa en nosotros se llama gracia. Se puede perder por el pecado mortal, pero se puede recuperar por el perdón sacramental, y la debemos aumentar viviendo fielmente nuestra fe. La gracia nos da fortaleza, esperanza y la capacidad de un amor sobrenatural. Nos hace capaces de comprender el sentido profundo de la vida y de las luchas porque nos comunica la perspectiva de Dios. El cristiano, movido por el Espíritu Santo vive en gracia de Dios, preparándose para la continuación de su vida eterna después de la muerte. Esta vida de Cristo la vivieron los santos (Cf. Rom 6:8) de manera ejemplar. Todos debemos de imitarlos para ser también santos. Sin la gracia, los hombres caen en un gran vacío, en una vida sin sentido.
La muerte, tanto espiritual como física, es la consecuencia del pecado que entró en el mundo por rebelión de nuestros primeros padres. Estamos sujetos a la muerte física, pero el "aguijón" del pecado ha sido reemplazado por la esperanza cierta en la resurrección. Jesucristo pagó el precio por nuestros pecados con su muerte en la cruz. Conquistó así a todos sus enemigos. El último enemigo en ser destruido, al final del tiempo, será la muerte (Cf. I Cor. 15:26). Por eso, la muerte no es el final, tampoco nos encierra en un ciclo como piensan los proponentes de la reencarnación. Vivimos y morimos una sola vez. Durante nuestra vida mortal decidimos nuestra eternidad. Recibimos la gracia y la misericordia de Dios que nos abre las puertas del cielo. Al final del tiempo se establecerá plenamente el reino del Señor.
Todos resucitaremos. Cristo resucitado es el primer fruto (Cf.1 Cor 15:20) de la nueva creación. Con su cruz, El ha abierto las puertas para que nuestros cuerpos también resuciten. Por eso los cristianos no solo creemos en la resurrección de Jesús sino también en "la resurrección de la carne", como profesamos en el credo de los Apóstoles, es decir en la resurrección de todos los hombres. Sobre esto escribe San Pablo: "Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo" (I Cor. 15:21,22) y mas adelante: "En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados (I Corintios 15:52).
La resurrección es mucho mas que la reencarnación. Es cierto que algunas religiones narran sobre dioses que mueren y resucitan pero ninguna habla de un cuerpo gloriosamente resucitado ni del poder para compartir esta nueva vida con otros. Los judíos no esperaban un Mesías que muriera y resucitara. Algunos tenían la esperanza de resucitar, pero no con cuerpos gloriosos sino en una resurrección análoga a la de Lázaro (Cf. Is. 26:19; Ez. 37:10; Dn 12:2).
Algunas filosofías y religiones han creído en la reencarnación o en la inmortalidad del alma apartada del cuerpo. Pero la fe en la resurrección solo se encuentra entre los cristianos.
¿Como será el cuerpo resucitado?
Nadie en este mundo puede comprenderlo del todo pero si sabemos que será como el cuerpo resucitado de Cristo. Similar en algunos aspectos a nuestros cuerpos en su forma actual, pero, para los redimidos, un cuerpo transformado y glorificado. Jesucristo resucitado ya no muere, ya no sufre las limitaciones del cuerpo mortal, las paredes y las puertas cerradas ya no son un obstáculo para El.
"Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es." I Juan 3:2.

No comments: